Desde un ángulo más bien agudo se perfilaba mi figura
Y entre esos tramos, un nudo, que me ahoga, que evita que sienta alivio.
Intentando pensar que como en dicha escalera, los nudos sirven de apoyo para seguir ascendiendo.
Mi figura pasa de difuminada a profunda adquiriendo hasta relieves, como si de un momento a otro fuese a estallar dentro de su propio marco, haciéndose este cada vez más inmenso.
Y ahora me observo a mi misma desde un ángulo más bien obtuso, que me hace explorar entre el orden y el desorden, el caos y las formas…
Mis pupilas se dilatan y todo se ve desde un filtro azul grisáceo, como el del cielo del paisaje con el que sueño a menudo. Entonces me despierto agitada y con grito mudo me acaricio los ojos.
Lo que he visto ahora, lo que he sentido, es lo que quiero sentir siempre.
Este marco se torna ahora de cuadrado a circular, abriéndose en él, una brecha por la que comienza a formarse otra figura, distinta a la mía, y en esencia igual. Con unos bordes tan negros, tan marcados, tan profundos que se divisarían desde cualquier ángulo.
Un ángulo antes obtuso, ahora llano, perfecto, sin esquinas ni huecos vacíos.
Llenándolo todo, esta figura crece, se hace más y más grande convirtiendo la mía en pequeña. Sin competir esta vez por hacerse con el terreno circular, rivalizando más bien, para que una se adhiera a la otra, para que las dos sean una.
Para que mi universo sea el nuestro. Para que el aro, antaño un cuadrado, se desdibuje dando paso a un todo.
Para que esa figura, antes mía, ahora nuestra, se haga paso. Titánica, potente e imparable ante todo lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario