Ya huele a verano en el ambiente, en la ciudad, en las flores, en todas partes. Creí que me gustaba y ciertamente lo detesto, más que al invierno si cabe, por muy feo que se ponga el tiempo en Madrid.
Voy dándome cuenta de que este apartado del blog ''actualidad'', se está convirtiendo en una especie de diario, en un evacuador de pensamientos.
Ayer hubo que salir a comprar unos zapatos. Que curioso, zapatos en mis árticulos por todas partes.
Cuando abandonábamos el último centro comercial de los dos o tres que visitamos, ni me acuerdo, Hice una especie de fotografía cerebral justo antes de subir al coche. La foto se la hice a un contenedor situado justo al lado de la plaza de aparcamiento. Era un contenedor rojo de metal con dos compartimentos en el que se podia leer en letras blancas '' trapos y arena''. No sé exactamente por que están ahi esos contenedores , sólo sé, que derivé mi mirada hacia él y lo observé durante unos segundos.
En aquel momento no sabía como sentirme, si como trapo o como arena, quizá ambos dos. Iba mirando por la ventana del coche todo el paisaje de cemento de una tienda a otra. Rotonda tras rotonda, semáforo tras semáforo. Ví en la acera, personas, comuniones, paseantes, transeúntes, comercios abiertos y cerrados, locales abandonados, coches y más coches.
En este momento era más bien el trapo, escurrido en el asiento del copiloto, observando con resignación las idas y venidas de los extraños figurantes en el decorado, me sentía inevitablemente en otro mundo y así lo entendió, al bajar las escaleras mecánicas, el maravilloso dueño de la talla 45, que me llevó en busca de las famosas zapatillas.
Sin lugar a dudas el primer compartimento del contenedor era mi sitio en ese momento si no hubiera sido por el beso y el abrazo en las escaleras de metal. A la vuelta quise ser arena, de la que, seca, se te cuela entre los dedos cuando caminas por la playa, de la que esta dentro de los relojes de cristal y huidiza se va deslizando hacia abajo de manera irremediable y sin que nadie se de cuenta. Arena fina y clara que se lleve una buena ráfaga de viento hacia cualquier otro lugar.
Al llegar a nuestra casa blanca y negra me di cuenta de que era más trapo que arena de nuevo y casí me vuelvo loca pensando que quería dejar de ser trapo de una vez.
Quería volver a abrir mis ojos como platos, mirar al mundo otra vez, con otra perspectiva, ser distinta, ser real, ser mucho más que arena.
Así me lo hizo entender, una vez más, el chico de la talla 45, esta vez, en el patio verde artificial de nuestra casa blanca y negra.
Te agradezco que siempre estés en el momento oportuno para recordarme que casi siempre soy algo más que eso. Espero poder devolverte el favor encontrando por tí, esos zapatos.
Se despide B.M en reconstrucción.
Creo que se a lo que te refieres, no se para que sirven esos contenedores pero alguna vez me han dado ganas de encerrarme en uno.
ResponderEliminarEstoy seguro de que todos somos algo más que arena.
Gracias por visitar mi blog, espero que seamos más que eso.
ResponderEliminarUn saludo y de nuevo gracias.
B.M